Enfermedades del colon: cuáles son las más comunes y cómo prevenirlas

Sensible y delicado, el intestino es definido por muchos como un segundo cerebro, que digiere no sólo alimentos sino también emociones e información, con funciones que se reflejan en todo el organismo. Por eso es muy importante cuidarlo siempre, con un estilo de vida y una alimentación correctos y con acciones de prevención que permitan detectar precozmente enfermedades muy extendidas y peligrosas, como la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa, el síndrome del intestino irritable, la poliposis, la diverticulosis y el cáncer de colon.

El colon es la última porción de nuestro tubo digestivo, que se origina en la parte inferior derecha del abdomen y forma, junto con el intestino delgado, nuestro intestino. Se divide en tres segmentos: el primero, el colon ascendente, va hacia arriba; el segundo, el colon transverso, atraviesa la parte superior del abdomen de derecha a izquierda; y el tercero, el colon descendente, desciende hacia la parte inferior del abdomen.

A través del esófago, los alimentos que ingerimos pasan al estómago, donde comienza el proceso de digestión, y llegan al colon, que realiza funciones esenciales para el organismo: la absorción de agua y sales y la síntesis de ciertas vitaminas liposolubles.

La enfermedad de Crohn es una inflamación crónica que puede afectar a cualquier parte del tubo digestivo, puede afectar al colon pero también al estómago, al intestino delgado, incluso a la boca. Sin embargo, su localización más frecuente es el íleon, la parte final del intestino delgado. Se presenta con dolor en la parte inferior derecha del abdomen, evacuaciones diarias repetidas con heces semilíquidas, falta de apetito, fiebre leve y pérdida de peso. La colitis ulcerosa es una inflamación crónica que se origina en el ano y se extiende al colon. Suele caracterizarse por úlceras (lesiones de la pared). Se manifiesta con diarrea y mucosidad en las heces, que a veces pueden estar teñidas de sangre. Ambas enfermedades pueden tener periodos de latencia de los síntomas y periodos de reagudización. Pueden ser leves, moderadas y graves. Son de naturaleza idiopática, es decir, no se conoce con precisión la causa que las provoca. La hipótesis es la de una respuesta inmunitaria anormal contra las bacterias que pueblan el intestino, éstas dejan de ser reconocidas y el sistema inmunitario las ataca, dañando las mucosas. También pueden aparecer por factores genéticos y ambientales.

La diverticulosis, presencia de pequeñas bolsas que se forman en la porción final del intestino, sin tratamiento, puede evolucionar a diverticulitis y conducir, en los casos más problemáticos, a la perforación del intestino.

El síndrome del intestino irritable, que no es una patología real, suele darse en individuos muy sensibles o estresados, se presenta con dolor abdominal y alteración de la actividad intestinal sin que se encuentre una causa específica.

La poliposis colónica consiste en neoformaciones benignas que suelen desarrollarse en las paredes intestinales. Pueden provocar obstrucciones en el tubo digestivo o degenerar y convertirse en tumores malignos. En la mayoría de los casos, la enfermedad no presenta síntomas evidentes. En presencia de pólipos de gran tamaño, pueden producirse dolores abdominales localizados o difusos u obstrucción intestinal que dé lugar a cólicos abdominales. El cáncer colon-rectal, la más grave de las afecciones del colon, puede ser de varios tipos más o menos agresivos. El más frecuente es el adenocarcinoma. Se manifiesta con hemorragia rectal, estreñimiento y diarrea alternados, adelgazamiento, anemia y dolor abdominal. Las causas de los tumores aún no están totalmente establecidas, pero los antecedentes familiares, un cáncer previo de recto, útero, ovario, mama, la presencia de pólipos en el colon y ciertas enfermedades digestivas se consideran «factores de riesgo».

«Hay algunas reglas sencillas a seguir para actuar de forma preventiva, recomendadas por gastroenterólogos y oncólogos:

    Tomar la cantidad adecuada de fibra y, en ayunas, mezclas de cepas probióticas (lactobacilos y bifidobacterias) y prebióticas o yogures y leches fermentadas que las contengan, que nutren la microbiota, un verdadero órgano compuesto por miles de millones de células bacterianas. Cuando la microbiota está dañada o es deficiente, las funciones intestinales se deterioran.

  • Reduzca el consumo de grasas animales.
  • Consuma fruta y verdura todos los días, preferiblemente variadas y de temporada.
  • Limite al máximo el consumo de conservas, embutidos, fiambres, bebidas alcohólicas, azúcares simples y harinas refinadas, prefiriendo las integrales.
  • Adelgace si tiene sobrepeso.
  • Realice una actividad física regular.
  • Beba mucha agua.
  • Reduzca los niveles de estrés.
  • Evite los laxantes.
  • Limite los tratamientos con antibióticos, que destruyen la flora intestinal, a lo estrictamente necesario.
  • En caso de antecedentes familiares o no después de los 50 años, examen fecal de sangre oculta y colonoscopia cada dos años.